El Partido Justicialista, un breve contexto histórico.
El Partido Justicialista (PJ) ha sido tradicionalmente la herramienta electoral que encarna al Movimiento Nacional Justicialista, aglutinando tanto a trabajadores como a propietarios de los medios de producción nacional. La Doctrina justicialista, fundada en los principios de Justicia Social, Independencia Económica y Soberanía Política, ha servido de guía y de inspiración para generaciones de argentinos, convirtiéndose en un pilar fundamental de la política nacional.
Sin embargo, a medida que Argentina ha avanzado en el S.XXI, su protagonismo regional ha disminuido, cediendo espacio al avance de Brasil. Al mismo tiempo, enfrenta una profunda crisis política y social. En este contexto, el desafío del PJ radica en reconocer tanto las fortalezas como las debilidades de su trayectoria reciente y redirigir sus esfuerzos hacia un esquema de pensamiento y acción bimodal que permita complementar las dicotomías que históricamente nos han frenado.
Cristina Fernández de Kirchner, transformación cultural y acumulación de poder
El período de presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández (2003-2015) significó un intento de transformación cultural. Durante sus mandatos, se promovieron reformas en DD.HH y políticas sociales que impactaron significativamente al país. En paralelo, la alineación con la Internacional Progresista (2003), la solicitud de ingreso a la Internacional Socialista (2008) y su participación en el Grupo de Puebla (2019) llevaron a un acercamiento al “globalismo internacional” que implicó un distanciamiento del justicialismo y sus principios históricos.
Argentina, en particular su juventud, fue experimentando una serie de reformas que buscaron abordar deudas históricas en materia de derechos humanos, pero que también produjeron grietas en la comunidad nacional. Aunque se impulsó un Estado intervencionista y centralizador, inspirado en las ideas de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, este proyecto de acumulación de poder y centralización dejó a un lado cuestiones clave como la seguridad alimentaria, energética y de recursos. Estas políticas no lograron armonizar con un desarrollo económico sostenible, y el incremento de la Deuda Externa exacerbó la dependencia de actores internacionales.
Axel Kicillof y el Gobierno de Buenos Ayres, continuidad y desafíos
El actual gobernador bonaerense, Axel Kicillof, ha seguido una línea de acción inspirada en el kirchnerismo, enfocándose en la centralización del poder y el cambio cultural promovido por CFK. Si bien se han emprendido ciertas medidas para revitalizar la economía provincial, la persistencia de una burocracia creciente y la ausencia de un plan productivo han limitado su impacto.
A tres años de finalizar su mandato, Kicillof enfrenta un desafío trascendental: superar el paradigma de acumulación de poder y priorizar la construcción de un modelo de organización federal basado en la autonomía de los municipios. Para lograrlo, deberá fortalecer la capacidad organizativa de los municipios, trabajar en conjunto con el Banco Provincia, universidades y organismos de investigación (SENASA, INTA, INTI) y promover cooperativas de producción y agricultura familiar. Esto como estrategia clave para desconurbanizar y repoblar las regiones despobladas, aprovechando el potencial agrícola, ganadero y frutihortícola de sus 110 municipios y buscando su apertura a nuevos mercados.
El Justicialismo en el S.XXI, un enfoque bimodal
Para que el peronismo recupere su papel de conducción política, no solo es necesario un trasvasamiento generacional, sino también una modernización de su esquema mental y de sus estrategias. La clave reside en un enfoque “bimodal” que busque equilibrar y complementar dicotomías históricas y actuales, tales como:
1)Producción y Justicia Social: integrar la industrialización y la producción agrícola con un compromiso hacia la justicia social.
2)Independencia y apertura internacional: fortalecer la autonomía nacional sin renunciar a la integración global, es decir, al Glocalismo: pensar globalmente y actuar localmente.
3)Tecnología y tradición productiva: adoptar la innovación tecnológica manteniendo el respeto por las tradiciones productivas locales y regionales.
4)Campo e industria/urbanismo: generar un vínculo armónico entre el sector rural y las áreas urbanas e industriales.
Este esquema de pensamiento bimodal debe permitir garantizar la seguridad alimentaria, energética y de recursos mientras se impulsa la producción agrícola y ganadera, así como la industrialización y la innovación tecnológica. Este equilibrio puede evitar discusiones ideológicas que históricamente han retardado el desarrollo nacional y abrir camino a un crecimiento sostenible.
Hacia un Futuro de Desarrollo Federal
El futuro del justicialismo dependerá de su capacidad para implementar ciertas prioridades estratégicas:
1)Fortalecer el Federalismo Municipal: la descentralización política es esencial para que los municipios tengan autonomía plena. Esto implica permitirles organizarse, articularse con actores productivos y financieros, y ser motores del crecimiento local y regional.
2)Impulsar la Producción Regional: superar la dependencia económica mediante el fortalecimiento de la producción de alimentos, su manufactura y la apertura de mercados internacionales, al tiempo que se apoya el desarrollo de cooperativas y la agricultura familiar.
3)Reconfigurar el Sistema Político: es fundamental garantizar la independencia de los poderes del Estado, fomentar la transparencia, combatir la corrupción y que los legisladores cumplan su rol como representantes del pueblo y no como piezas de un aparato político.
4)Construir Alianzas Estratégicas con el Sector Agropecuario: organizaciones como CRA, SRA, FAA y CONINAGRO deben ser parte de una estrategia de desarrollo regional que potencie la producción y exportación de alimentos, así como la creación de cooperativas en un marco regionalista.
5)Adoptar la Tecnología de Punta: la inteligencia artificial (IA) y la biotecnología deben ser adoptadas para modernizar la producción. La IA puede optimizar cultivos y logística, mientras que la biotecnología puede mejorar la competitividad y sostenibilidad.
Conclusión
El desarrollo de Argentina, y particularmente de la provincia de Buenos Ayres, requiere un enfoque que articule a toda la comunidad en torno a una red de innovación productiva, alejándose de ideologías foráneas y reenfocando el accionar de los movimientos políticos mayoritarios. Tanto el radicalismo como el peronismo deben asumir que su misión va más allá de la acumulación de poder: deben convertirse en motores de un desarrollo equilibrado, federal y profundamente municipalista.
Desde un esquema de razonamiento bimodal se busque un balance entre el campo y la industria, la innovación y los valores históricos, y la modernización y la tradición. Este paradigma debe centrarse en fortalecer los municipios, promover la producción regional y apostar por la innovación tecnológica. Con una visión compartida y el compromiso de todos los sectores, la provincia de Buenos Ayres, y Argentina en su conjunto, podrán aspirar a un futuro más justo y próspero.
La grandeza de la patria no se construye únicamente con discursos e ideologías importadas, sino con acciones concretas y un compromiso genuino con el bien común.