UNA CUNA DE SOL TIENE EN LOS BRAZOS,
EL AROMA DEL TRÉBOL EN SU PECHO
CUBIERTO DEL HENO DE LA VIDA.
En sus manos de sábados tranquilos
tiene el suave plumaje de las garzas
cuando abre las mazorcas de cacao.
Él tiene la magia entre sus dedos
cuando dibuja lunas en mi piel
y bosqueja la ruta de los versos.
En sus ojos hay danza de gorriones
y una suave llovizna de canela.
Es su boca el hechizo de Romeo
sobre el cuello indiscreto de Afrodita:
Incienso de amapolas y sonrisas.
Sus labios son espuma y ola que me cubre
cuando el mar hace fiesta y se desboca
por cada beso azul de la marea.
Hay trozos de lucero en su mirada,
de sus ojos de miel y fruta fresca
nace virgen la fábula de Eros,
carpintero y trovador rescata siglos
del taller de los sueños olvidados.
Su edad es la del viento y las gaviotas,
no ha perdido sus horas en el azar de un juego,
él tiene el pentagrama mi júbilo
cuando lee en silencio mi poema.
Su palabra es semilla de bonanza;
una estrella fugaz nace en su voz,
en su grito de paz la rosa blanca
anuncia primaveras
en la verde alameda de la vida…
Irma Gaibor García (Ecuador)