Abrazando la melancolía
despertaron las caricias de tus yemas,
deslizándose como tobogán mojado,
surcaron mis ojos,
mi nariz y boca.
Partículas volátiles
cayeron en la nada,
del amor prometido.
Atiné, en forma microscópica
en tomar una o dos.
Apareció el chiflido viento,
arrazando hasta la lupa
del alma optimista.
Abrazando la melancolía,
cometió un pecado mentiroso.
Ilusionar sentidos,
palpitar latidos,
que ya murieron.
Patricia Suñer