La Flotilla Amazónica Yaku Mama inicia una travesía histórica hacia la COP30 para exigir justicia climática y el fin de la extracción de los combustibles fósiles en la Amazonia

LA “FLOTILLA AMAZÓNICA YAKU MAMA” INICIA UN VIAJE QUE REESCRIBE LA HISTORIA: DESDE EL PUNTO DE ORIGEN DE LA CONQUISTA, HOY SE ALZA UN MOVIMIENTO QUE EXIGE QUE LA VERDADERA JUSTICIA CLIMÁTICA SE DEFINA EN LOS TERRITORIOS, NO EN LOS ESCRITORIOS.

Con un funeral simbólico para los combustibles fósiles: el movimiento liderado por Pueblos Indígenas, organizaciones territoriales y aliadas busca visibilizar el costo humano y ambiental del extractivismo y exigir una transición energética justa y una Amazonía libre de explotación.

La “Flotilla Amazónica Yaku Mama” inicia un viaje simbólico desde la ciudad del Coca en Ecuador para exigir un nuevo paradigma: poner a la Amazonía en el corazón de la lucha por la justicia climática y promover el fin del uso y la explotación de combustibles fósiles.

Uniendo a los Andes con la Amazonía, una coalición de 60 organizaciones indígenas y territoriales, junto a aliados de todo el mundo, navegará 3,000 kilómetros rumbo a la COP30, que se realizará en Belém, Brasil, a inicios de noviembre próximo. Este viaje no es solo un acto de protesta, sino una exigencia contundente: la justicia climática debe ser una realidad, y la extracción de combustibles fósiles en la Amazonía debe terminar ya.

Los participantes de la flotilla se reunieron previamente en Quito como punto de partida, esta elección no fue meramente simbólica, sino que buscó confrontar la historia: fue desde esta ciudad, en 1541, que partió la expedición de Francisco de Orellana que culminó con el ‘descubrimiento’ del Río Amazonas. Hoy, la “Flotilla Amazónica Yaku Mama” invierte simbólicamente esa ruta de conquista en una de conexión, honrando la resistencia de los Pueblos Indígenas y el primer levantamiento continental de 1992, con el objetivo de que el mundo, finalmente  escuche las voces de los territorios.

“Este viaje es un acto de resistencia y empoderamiento que vincula la crisis climática con sus raíces coloniales y extractivistas, posicionando a los pueblos que menos han contribuido a ella como los más afectados. Es un llamado urgente a la COP30 para que reconozca que la verdadera justicia climática nace en la tierra, fluye con sus ríos y se sostiene en quienes la cuidan”, sostuvo Lucía Ixchú.

Para iniciar la travesía, la tripulación de la flotilla junto a organizaciones aliadas, realizarán un funeral simbólico para despedir la era de los combustibles fósiles que ha devastado la Amazonía. Esta acción colectiva denuncia las falsas soluciones que, en nombre de la transición energética, siguen imponiendo proyectos extractivos y nuevas zonas de sacrificio sobre territorios indígenas. Frente a ello, los pueblos amazónicos reivindican su derecho a decidir sobre sus territorios y a liderar el camino hacia una transición justa y viva sin crear nuevas zonas de sacrificio a través de la minería, los derrames de petróleo y los monocultivos. 

La Flotilla Amazónica Yaku Mama exige una transición energética verdaderamente justa y vinculante. Los Pueblos Indígenas instan a gobiernos y empresas que cualquier proyecto de energía limpia respete el Consentimiento Libre, Previo e Informado y ponga fin a los desarrollos de combustibles fósiles que ponen en riesgo sus territorios y modos de vida.

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Al mismo tiempo, llaman al reconocimiento y protección de zonas intangibles para Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI), cuya existencia y bienestar dependen de territorios libres de explotación. Proteger estos bosques no solo garantiza la supervivencia de estos pueblos, sino que también preserva la biodiversidad, mantiene el equilibrio climático global y asegura la calidad de vida de todos los habitantes del planeta.

La travesía se inicia en un momento crítico para la Amazonía. Según un informe presentado por el Programa Monitoring of the Andes Amazon (MAAP) el año pasado, 2024 marcó un récord devastador con la pérdida de 4.5 millones de hectáreas de bosque primario por deforestación e incendios. Esta destrucción es impulsada por el avance del extractivismo; el mismo estudio revela que la deforestación por minería de oro ha aumentado más del 50% desde 2018, y que un 36% de esta ocurre dentro de áreas protegidas y territorios indígenas.

El Río que Fluye de la Historia a la Esperanza

“Estamos hoy en Ecuador por una razón muy específica. Hace siglos, desde Quito partieron las misiones que se arrogaron el ‘descubrimiento’ del Gran Río de las Amazonas, llevando la conquista a nuestros territorios”, afirmó Leo Cerda, indígena kichwa de Napo (Ecuador). “Nosotros también llegamos a Quito, ese punto de partida histórico, para resignificar la ruta. Y este 16 de octubre, desde Francisco de Orellana —la ciudad del Coca—, emprenderemos una nueva travesía que honra la memoria de lucha y resistencia de los Pueblos Indígenas Amazónicos. También dedicamos este viaje a la memoria del 12 de octubre como símbolo de la resiliencia de los Pueblos de América. Partimos no para conquistar, sino para conectar; para que el mundo, finalmente, escuche las voces del territorio”, añadió.

La flotilla está compuesta por una delegación de cincuenta personas,  representantes  de pueblos indígenas y organizaciones de la sociedad civil de la Amazonia,  Mesoamérica, República del Congo  Indonesia y recorrerá el río Amazonas para denunciar las “cicatrices del extractivismo” —como la minería ilegal y la deforestación— y, al mismo tiempo, visibilizar la fuerza de las alternativas que ya están vivas en sus comunidades, como los emprendimientos productivos, los monitoreos territoriales y la ciencia ancestral.

La era de los combustibles fósiles en la Amazonía debe llegar a su fin

Los combustibles fósiles no solo atentan contra el medio ambiente; son un motor de violencia social.

En el mundo, especialmente en la Amazonía, la defensa del territorio se ha convertido en una sentencia de muerte. De acuerdo al último reporte de Global Witness, publicado en 2024, solo entre 2012 y 2024, al menos 2,253 personas defensoras han sido asesinadas o han desaparecido, de los cuales el 40% fueron indígenas.

La violencia contra la Amazonía se manifiesta en la expansión silenciosa de la industria del petróleo y el gas fósil. Entre 2012 y 2020, el número de campos de explotación aumentó un 13 %, y hoy la extracción está presente en ocho de los nueve países amazónicos. Según InfoAmazonia y Arayara, la exploración petrolera se superpone a 441 territorios ancestrales y 61 áreas naturales protegidas, devorando la selva y amenazando directamente la vida y la autodeterminación de los pueblos indígenas. En toda la Panamazonía existen 933 bloques de petróleo y gas, de los cuales 472 están en Brasil, 71 en Ecuador, 59 en Perú y 47 en Colombia, muchos ubicados dentro de áreas protegidas o territorios indígenas.

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El impacto de esta industria es devastador: entre 2000 y 2023, Perú registró 831 derrames de petróleo, y Ecuador, 1.584 entre 2012 y 2022. En Brasil, el intento de abrir una nueva frontera petrolera en la desembocadura del Amazonas —bloque FZA-M-59, de Petrobras— fue rechazado tres veces por el IBAMA por riesgos a la biodiversidad. La deforestación asociada a la infraestructura petrolera, como carreteras y oleoductos, fragmenta el bosque y facilita el acceso a zonas antes intactas. Además, la quema de gas y los derrames contaminan aire, agua y suelo, afectando la salud de 1,2 millones de personas que viven a menos de cinco kilómetros de pozos activos, según Greenpeace (2025).

El cambio climático, impulsado por la quema de combustibles fósiles que genera el 75 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (IPCC-AR5), está llevando al bosque al límite: sequías extremas, inundaciones severas y una creciente vulnerabilidad al fuego amenazan con empujar a la Amazonía hacia un punto de no retorno.

Exigir justicia climática es también exigir justicia para quienes sostienen la esperanza del planeta. La COP30 no puede continuar con discursos de sostenibilidad mientras los proyectos extractivos siguen expandiéndose. La Flotilla Amazónica Yaku Mama exige una transición energética justa y vinculante, que respete los derechos de los pueblos indígenas y garantice una Amazonía libre de petróleo, gas y carbón. Solo así será posible proteger la vida, la dignidad y la biodiversidad que los pueblos amazónicos cuidan desde siempre.

“Para nosotros, los Pueblos Indígenas, la crisis climática no es un problema lejano. Es la invasión de nuestras tierras, la contaminación de nuestros ríos y la amenaza directa a la vida de nuestros niños y niñas. Defender la Amazonía no es solo una lucha por la naturaleza, es una lucha por nuestra propia existencia. No puede haber justicia climática sin justicia para los pueblos que han cuidado de esta tierra por milenios. En la COP30, exigimos que escuchen nuestras voces y que actúen de manera real, prohibiendo la extracción de combustibles fósiles de una vez por todas”, indicó Kelly Guajajara, joven indígena Guajajara de Brasil y representante del medio Midia Indigena.

Los Pueblos Indígenas como Parte de la Solución Climática

La caravana lleva el argumento de que los Pueblos Indígenas no solo son víctimas de la crisis climática, sino que son actores de soluciones vivas. Su viaje es un testimonio de cómo los conocimientos ancestrales y las prácticas locales son vitales para la gobernanza climática global.

“Esta flotilla no es solo una protesta, es un mensaje vivo que navega por las venas de la Amazonía. El río mismo nos muestra sus cicatrices: las manchas de petróleo, la herida de la minería. Pero en cada comunidad que visitamos, también encontramos resiliencia y soluciones. No venimos solo a llevar un problema a la COP30; venimos a presentar las respuestas que nuestros pueblos y el bosque han cultivado por milenios”, sostuvo Alexis Grefa, joven kichwa amazónico de Ecuador.

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En contraste con esta devastación, la Flotilla busca visibilizar a los Pueblos Indígenas como la solución climática más efectiva. La ciencia lo respalda: según el informe de MAAP de 2024, los Territorios Indígenas y Áreas Protegidas cubren casi la mitad de la Amazonía (49,5%) y almacenan el 60% de todo su carbono. Entre 2013 y 2022, mientras el resto de la cuenca se convertía en fuente neta de emisiones, estos territorios funcionaron como sumideros de carbono, absorbiendo 257 millones de toneladas métricas.

Estudios muestran que los Pueblos Indígenas gestionan o tienen derechos sobre una cuarta parte de la superficie terrestre, que contiene el 37% de las tierras naturales intactas y un tercio de los paisajes forestales del planeta. La biodiversidad también se mantiene más estable en estos territorios que en ecosistemas similares fuera de ellos, incluso en zonas de conflicto.

Este sólido respaldo científico confirma que los Pueblos Indígenas no sólo protegen su territorio y formas de vida, sino que también desempeñan un papel crítico en el equilibrio climático global, tema central de la COP30.

Llamados a la Acción y Exigencias Clave para la COP30

La caravana exige que los tomadores de decisión en la COP30 tomen medidas concretas para:

  • Reconocer y garantizar los derechos territoriales de los Pueblos Indígenas y comunidades locales como la estrategia climática más efectiva para proteger los bosques, ríos y la biodiversidad.
  • Asegurar el financiamiento directo y sin intermediarios para quienes cuidan la vida, fortaleciendo la protección de ecosistemas críticos y la resiliencia ante la crisis climática. Aunque se prometieron 1,700 millones de USD en la COP26, el 76% de los fondos del Fondo Verdes para el Clima sigue en manos de intermediarios internacionales.
  • La transición energética no puede repetirse sobre los mismos territorios heridos. Garantizar la participación plena y con poder de decisión de los Pueblos Indígenas es esencial para evitar que se sigan creando nuevas zonas de sacrificio en nombre del progreso.
  • Integrar la protección de los defensores de la tierra en todas las políticas climáticas.

“Solo en Ecuador, pocos días despedimos a Efraín Fuérez, líder kichwa otavalo y defensor del territorio, asesinado durante el paro nacional. Su memoria se suma a la travesía como recordatorio de que exigir justicia climática también es exigir justicia para quienes, con su vida, sostienen la esperanza del planeta” afirmó Leo Cerda.

“La flotilla no es solo un viaje: es una exigencia. No vamos a Belém a pedir un espacio, vamos a exigir que las políticas climáticas se construyan desde los territorios, con justicia para quienes cuidamos la vida” subraya su declaración.