El mercado inmobiliario argentino ha atravesado en los últimos años un escenario complejo, marcado por una prolongada crisis que generó una contracción en el volumen de operaciones y una caída en los valores de las propiedades. Sin embargo, el cierre de 2024 trae consigo señales de recuperación que invitan a mirar hacia 2025 con un renovado optimismo.
Uno de los indicadores más alentadores es el repunte en la cantidad de escrituras, que alcanza niveles no vistos en más de seis años. Este crecimiento responde en gran medida a políticas como la extensión del blanqueo de capitales y el impulso de nuevas líneas de crédito hipotecario, que comienzan a devolver dinamismo al mercado residencial y comercial.
Para los inversores, el momento actual presenta una ventana estratégica. La combinación de valores aún competitivos y una creciente demanda por propiedades en barrios consolidados como Palermo, Recoleta y Belgrano abre oportunidades para adquirir activos que ofrecen estabilidad y potencial de valorización a largo plazo. Estas zonas se destacan por su liquidez y baja volatilidad, características clave en un contexto de incertidumbre económica.
De cara a 2025, se espera que las tendencias del mercado sigan alineadas con los cambios en los hábitos de consumo y estilo de vida. Los compradores, cada vez más exigentes, priorizan propiedades que combinen funcionalidad, accesibilidad y sostenibilidad. Esto significa que los desarrollos inmobiliarios deberán adaptarse a estas demandas, con un enfoque en unidades más compactas, energéticamente eficientes y ubicadas en áreas con acceso a servicios esenciales y transporte.
En el sector comercial, el desafío será responder al resurgimiento de la demanda por oficinas y espacios flexibles, impulsado por el retorno progresivo de las actividades presenciales. Aquí, las zonas con infraestructura desarrollada y una proyección de conectividad jugarán un rol clave para atraer tanto a empresas locales como internacionales.
Finalmente, el éxito del mercado inmobiliario en 2025 dependerá de su capacidad para innovar y adaptarse a un entorno económico y social en transformación. Tanto los desarrolladores como los inversores deberán adoptar una visión estratégica que combine análisis de mercado, anticipación de tendencias y un enfoque sostenible, para maximizar el potencial de los activos y consolidar el crecimiento del sector.
El camino hacia 2025 promete ser desafiante, pero también lleno de oportunidades para quienes se atrevan a mirar más allá de las circunstancias actuales y apostar al futuro del real estate en Argentina.
Francisco Bosch, Co-Fundador y CEO de Miranda Bosch & Art