Las almas resplandecientes
de los niños degollados
el tiempo y la fe han trocado
en los Santos Inocentes;
fiesta de amores crecientes,
de chanzas y humor sin par,
fiesta para recordar,
a quienes, sin voz, ni vicio,
tomaron en sacrificio
y ocuparon su lugar.
Que la fiesta no se pare
que salgan todos con brillo
Las Locainas, en Trujillo,
Zaragozas, en Sanare;
que en Caicara El Mono ampare
con su tradición que vuela,
que a los Locos de La Vela
no los detenga ni el agua,
y los Boleros de Caucagua
bendigan a Venezuela.
Andres Fernando Rodriguez