Recuerdo una tarde de otoño
cuando el cielo lucía gris,
tan oscuro como en invierno
que sus tonos hacían
un entorno triste de opaco matiz.
Recuerdo que en otoño construías nidos para atraer los pajarillos,
y el año que en tú viajastes
hacia la eternidad,
fue el último nido que vi
tan cerca de mi corazón,
sin pensar que pronto y
sin entender razón tú te
marcharías sin contemplar
tu regreso y por ese dolor
no volví a sentir más ninguna tierna y deslumbrante caricia.
Aquel otoño, marcó mi vida,
golpeó mi pecho tanto, tanto
dejándome triste y herida,
con una paz interrumpida
que me ha hecho caminar
solitaria y retraída con el
alma destrozada y conmovida.
Quiero regresar al tiempo y
revivir las primaveras que juntos
construimos y disfrutamos
con los colores maravillosos
y volver apreciar tus lindos ojos,
tan expresivos y claros como
el agua que cae del manantial.
No sé si tendré resignación,
no sé si aceptaré tu viaje sin retorno,
no sé cuántos otoños grises
pasará mi corazón sosegado,
sin verte jamás a mi lado,
sin sentir tu cariño añorado.