El sistema permite reemplazar información sensible de las tarjetas con códigos aleatorios, especialmente creados para cada transacción. Suman una capa de protección en un entorno en el que aumentan los fraudes y el robo de identidad on line.
El permanente crecimiento del comercio electrónico y la introducción de nuevos sistemas de pago han convertido a la seguridad digital en una prioridad para todos los actores del ecosistema de servicios financieros.
Pomelo, la empresa pionera en infraestructura tecnológica de emisión, procesamiento y gestión del negocio de tarjetas en América Latina, se posiciona entre los players como un habilitador confiable de las transacciones financieras, ya que lidera la implementación de la tecnología de tokenización a través de soluciones innovadoras y con un enfoque centrado en la seguridad. Este impacto positivo, no solo alcanza a usuarios finales, sino que también a fintechs, bancos y startups que buscan soluciones de pago que sumen capas de seguridad en el mercado regional.
“Desde Pomelo ayudamos a cientos de bancos, empresas multinacionales y unicornios de tecnología como Rappi, Stori, Astropay, Bitso, Hotmart, Lulobank y Paysafe a lanzar sus negocios de tarjetas en pocos días, con una integración sencilla a través de APIs y tecnología totalmente en la nube, permitiendo que nuestros clientes puedan migrar su infraestructura antigua, como también lanzar y expandir su negocio a toda la región con la máxima seguridad”, comenta Santiago Witis Country Manager de Pomelo en Argentina y Chile.
En ese marco, la emisión de tarjetas de débito y crédito con token, crece como una solución segura, transparente y efectiva para garantizar protección de datos de los clientes. Así lo confirman datos del BCRA a junio de 2024: de los 53 millones de pagos con tarjetas que se realizaron en el mercado de pagos minoristas, el 14,5% utilizó token, esto es, un 79% más que el año pasado.
La denominada tokenización permite convertir el número personal de cuenta (PAN, por su sigla en inglés), formado por 12 a 19 dígitos y presente en el anverso de la tarjeta, en un código formado por cifras que se utilizan durante la transacción. De esta manera se preserva la información sensible del usuario con el fin de evitar que sea interceptada con fines ilegítimos durante la operación.
Cuando un usuario realiza una compra con una tarjeta tokenizada, ingresa el plástico en el punto de venta o en línea y luego, en vez de enviar los datos reales de la tarjeta, se genera un token o código que viaja a través de la red de pagos, protegiendo la información sensible. Posteriormente, la institución financiera valida el token y autoriza la transacción; una vez que el comercio recibe la confirmación, la operación se completa de manera ágil y segura.
Cabe destacar que la tokenización se trata de una tendencia creciente en el país que está en sintonía con un fenómeno de alcance mundial: de acuerdo con el estudio global Payments 2025 & Beyond, de PwC, el volumen de pagos sin efectivo aumentará más del 80% entre 2020 y 2025 y la cantidad de transacciones per cápita casi se triplicará para 2030.
Sin dudas, la aceleración de la digitalización que impuso la pandemia explica la evolución del ecosistema fintech y sus soluciones ágiles, seguras y robustas. Así, en 2022 VISA informó que realizó una emisión superior a los 4.000 millones de tokens en todo el mundo, lo que implicó una duplicación en la cantidad de códigos que, además, sobrepasaron el número de tarjetas físicas en circulación a nivel global.