GRISELDA DÍAZ ES ESPECIALISTA EN BELLEZA DE UÑAS Y CON AYUDA DE LA RED CREER CREÓ SU NEGOCIO “GRI NAILS” MIENTRAS CUMPLE SU ARRESTO DOMICILIARIO. ES MAMÁ Y CUIDA A LOS HIJOS DE SU HERMANA COMO ÚNICO SOSTÉN ECONÓMICO Y AFECTIVO. EN EL ENCIERRO LIDIA CON LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO QUE DIFICULTAN QUE UNA MUJER RECIBA AUTORIZACIÓN PARA SALIR A TRABAJAR.
En el barrio porteño de Mataderos, Griselda Díaz es cabeza de hogar. Cuida sola de sus tres hijos y trabaja en su emprendimiento de belleza de uñas. Todo ello mientras cumple con arresto domiciliario. A diferencia de muchos varones que atraviesan la misma situación de encierro, convive con una dificultad vinculada a estereotipos de género: la expectativa de que las mujeres deben maternar dificulta la obtención de permisos para salir a trabajar y poder así sostener la casa. La Red Creer le otorgó un Fondo Semilla y la posibilidad de formarse para llevar adelante su negocio pese a las dificultades.
Llevar a un hijo o hija a la escuela o a una consulta médica, comprar la mercadería para cocinar diariamente o tener un ingreso económico a partir de un empleo. Lo más cotidiano se convierte en un desafío cuando una mujer que es jefa de hogar se encuentra privada de su libertad y no cuenta con un entorno familiar que pueda colaborar. “En la domiciliaria vos sos la responsable de todo, lo que vuelve difícil de resolver situaciones comunes como comprar una leche”, explicó. Durante el primer año de arresto, que “es el más difícil”, también cuidó en su casa a sus sobrinos.
Los estereotipos de género que sostienen que las mujeres maternan y los varones deben ocuparse de obtener los ingresos económicos en un hogar están también presentes en estos contextos. Los varones que atraviesan la detención domiciliaria tienen más posibilidades que sus pares mujeres de que la Justicia los autorice a salir a trabajar bajo un régimen de horarios. “Nosotras cuidamos a los hijos en casa pero no te permiten trabajar. Entonces, ¿cómo cuidar? Y al hombre no le dan la responsabilidad de cuidar a sus hijos tampoco”, reflexionó Díaz. “Yo solicité trabajar varias veces y no me dejan salir a hacer ningún tipo de trabajo”, contó.
Según datos del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP), al 31 de diciembre de 2023 había en Argentina 111.967 personas privadas de libertad en establecimientos penitenciarios federales, de las cuales el 5% eran mujeres. Además, se registraron 13.074 personas en prisión domiciliaria, aunque no se especifica sus géneros. “Desde la Red Creer nucleamos a más de 160 organizaciones públicas, privadas y sociales de todo el país a través de las que brindamos capacitaciones y oportunidades sociolaborales para personas que están, no solo en el sistema penitenciario federal sino quienes se encuentran en unidades provinciales o quienes ya recuperaron la libertad”, explicó Florencia Sequeira, coordinadora del espacio.
Un emprendimiento en casa
Griselda tenía un trabajo en relación de dependencia que le insumía muchas horas y le quitaba tiempo para estar con sus hijos. Por eso, decidió hacer un curso de belleza de manos y uñas. Esa formación previa es clave mientras se encuentra privada de la libertad porque es lo que le permite llevar adelante su negocio “Gri Nails”.
La Red Creer le otorgó un Fondo Semilla, un aporte económico no reembolsable que utilizó para comprar insumos y acondicionar su casa para recibir a su clientela. “Ese acompañamiento me permitió creer o ver que podía cuando me estaba ahogando”, consideró. También accedió a una mentoría para emprendedores que brindó la Red junto con Juaga y a la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
El encuentro con personas que atraviesan una situación similar, sobre todo si también son mujeres, es muy importante en el camino de fortalecer la confianza en sí mismas para llevar adelante un proyecto. Es una posibilidad que ceden en algunas instancias de intercambio promovidas por organizaciones de la Red Creer. “Con domiciliaria estás medio en la marginalidad, aislada. Pero entonces empezás a ver qué podés, qué no podés, que te va a traer problemas, qué no. Es importante contar con otra”, comentó sobre la importancia de construir redes de apoyo.
Cuando una mujer atraviesa el arresto domiciliario y es jefa de hogar, la carga de los estereotipos de género se hace aún más pesada. Las responsabilidades de cuidado no desaparecen y, a la vez, las oportunidades para generar ingresos son más limitadas que para los varones en la misma situación. Desde la Red Creer, el trabajo con mujeres como Griselda busca abrir caminos, derribar barreras y generar oportunidades reales para que puedan sostener sus hogares sin que la privación de la libertad signifique la exclusión total de sus derechos.

