SATURADOS DEL AROMA DEL VINO
NO TOMADO TODAVÍA,
AVANZAMOS DESCALZOS POR ROCOSOS CAMINOS,
ENTRE NUBES QUE PASAN SIN DEJAR AGUACERO;
HAY AULLIDOS DE LOBOS QUE PRESAGIAN
LA MASACRE DEL BESO Y LA TERNURA,
UNAS GARRAS DE FUEGO NOS ACECHAN,
UNOS OJOS FURTIVOS QUIEREN VERNOS
NAUFRAGAR SIN REMEDIO EN TIERRA SECA.
En la espalda del viento una mañana
inscribimos sin miedo nuestros nombres,
entre trinos, espigas y mazorcas,
con la roja manzana de los besos,
con palabras de sol y luna nueva…
¡Una blanca paloma que pasaba,
con su vuelo pausado fue testigo
del milagro sutil de mis recuerdos!
Por Irma Gaibor García