Un estudio argentino demostró el potencial beneficio del cannabidiol para reducir los trastornos de conductas severos en chicos con autismo

PARTICIPARON 20 NIÑOS Y ADOLESCENTES DE ENTRE 3 Y 18 AÑOS. EL 75% TUVO MEJORAS EN TODOS LOS COMPORTAMIENTOS SEVEROS REPORTADOS Y EL 90%, EN AL MENOS UNO. ADEMÁS, EL 40% PUDO REDUCIR O DISCONTINUAR OTROS TRATAMIENTOS.

Un nuevo estudio desarrollado en Argentina reportó que el uso de cannabidiol (CBD) produjo mejorías significativas en los síntomas conductuales severos que presentaba un grupo de pacientes pediátricos con trastorno del espectro autista (TEA) que no habían respondido a tratamientos farmacológicos indicados con anterioridad. La medicación fue bien tolerada y además permitió en el 40% de los casos reducir o discontinuar otras drogas que los pacientes estaban recibiendo previamente.

El objetivo inicial de la investigación fue evaluar la eficacia y seguridad del cannabidiol purificado farmacéutico como tratamiento adicional en 20 pacientes de entre 3 y 18 años con TEA y discapacidad intelectual que presentaban comportamientos repetitivos y trastornos de conducta severos resistentes a fármacos aceptados en guías internacionales para tal fin. Al iniciar el ensayo terapéutico, más de la mitad de los niños recibía dos o más drogas (la mayoría antipsicóticos) pero sus familias no habían advertido cambios evidentes ni significativos.

“La motivación para realizar este ensayo terapéutico fue la difícil situación por la que estos niños y sus familias estaban atravesando a diario. La mayoría de estos niños presentaba conductas que impedían su normal desempeño en ámbitos del hogar y terapéuticos por la complejidad que implicaba su cuidado y manejo. Como neurólogos sentimos la necesidad de intentar brindar una ayuda que aún no habían obtenido con tratamientos previos”, cuenta el investigador principal Sebastián Fortini, neurólogo infantil especialista en epilepsia, del centro de neurodesarrollo INIZIO de Tucumán.

El panorama con el que se encuentran a diario los especialistas en sus consultorios es contundente. Cerca del 40%de los niños diagnosticados con TEA que tienen conductas disruptivas severas no responde a la intervención médica. Esto puede provocar un mayor aislamiento social de los pacientes y sus familias; y dificultar la obtención de beneficios de las estrategias de tratamientos. En consecuencia, una proporción significativa de padres recurre a opciones alternativas, como el uso de derivados del cannabis. En la mayoría de los casos, acceden a productos que carecen de controles farmacológicos adecuados. De allí la importancia de generar evidencia médica y científica sobre su eficacia y la calidad de los productos utilizados.

Para medir el efecto del CBD en los niños, los investigadores solicitaron a sus padres que seleccionaran los cinco síntomas o conductas que generaban mayores disrupciones. Las familias identificaron un total de 91 síntomas, que fueron clasificados en nueve grupos: agresividad, irritabilidad, impulsividad, hiperactividad, conductas repetitivas, repuestas exageradas a estímulos sensoriales y dificultades relacionadas al sueño, alimentación o a mantenerse vestido. Se cuantificaron las frecuencias e intensidad de estas conductas para establecer el punto de partida de cada paciente. Luego de iniciado el ensayo, se comparó cada conducta antes y después de indicar el cannabidiol. Se consideró “mucha mejoría” si se lograba una reducción mayor al 75%; “mejoría” en el rango de 50% a 75%; y “ligera mejoría” de 25% a 50%.

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“La intervención fue indicar CBD altamente purificado. El producto utilizado fue Convupidiol solución oral aprobado por ANMAT. La dosis de inicio fue similar a la que usamos con los pacientes con epilepsia”, precisa el especialista. Este cannabis farmacéutico, del laboratorio Alef Medical, está aprobado en la Argentina como tratamiento complementario de convulsiones asociadas con el síndrome de Lennox-Gastaut (LGS), el síndrome de Dravet (DS) en pacientes desde los dos años de edad y la epilepsia secundaria a esclerosis tuberosa a partir del año.

Los resultados mostraron que el CBD logró mejorar en el 90% de los niños al menos uno de los síntomasreportados por los padres y 15 de los 20 pacientes (75%) demostraron mejorías en cada uno de los cinco síntomas. También, luego de iniciar el CBD, se observaron cambios positivos en síntomas principales del TEA como los comportamientos repetitivos y la interacción social que fueron medidos a través de escalas especificas durante el estudio. Estas conclusiones fueron publicadas recientemente en la revista Farmacología, Bioquímica y Comportamiento, de la editorial científica Elsevier, una de las más importantes a nivel mundial.

Al analizar individualmente el impacto sobre cada uno de los síntomas que presentaban los pacientes, la investigación concluyó que el 83% de los comportamientos identificados por los padres había mejorado. De estos, la mitad mejoró mucho (esto significa una reducción superior al 75%), el 40% se redujo a menos de la mitad y el resto tuvo avances más leves.

El seguimiento realizado a los pacientes fue de nueve meses en promedio, con evaluaciones trimestrales en las que los investigadores percibieron que los resultados conseguidos se mantenían en el tiempo. “Las familias expresaron haber mejorado su calidad de vida. Eso para nosotros era muy importante. Nos contaban que todo iba mejor y estaban contentas con el resultado”, destaca Fortini, quien aclara que “estas mejorías no sólo fueron captadas por la subjetividad de los padres, sino que se documentaron a través de formularios y cuestionarios estructurados que sirvieron de guía”. Además fueron observadas en ámbitos terapéuticos y recreativos.

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El tratamiento con CBD fue bien tolerado, con efectos adversos leves o moderados como aumento de la irritabilidad y disminución del apetito en algunos pocos casos, aunque esta situación fue transitoria. Un beneficio secundario para los pacientes fue que en un 40% de los casos se pudo reducir o discontinuar parcialmente la medicación concomitante. “Es importante aclarar que tuvimos muy poca participación en esta decisión, porque la iniciativa de descender o suspender medicación partía de los papás que observaban que las conductas iniciales habían mejorado”, explica el investigador principal del estudio, quien además destacó que otros autores que realizaron investigaciones a nivel mundial detectaron un patrón similar.

El estudio concluye que los resultados son prometedores, pero deben interpretarse con cierta cautela debido a sus limitaciones metodológicas. Además promueve que se impulsen más investigaciones con diseños de estudios más rigurosos y herramientas de evaluación que permitan confirmar y generalizar sus resultados como así también comprender mejor el rol que puede cumplir el CBD en el tratamiento de algunos niños con TEA y situaciones conductuales especiales.

El trabajo fue presentado recientemente en un seminario web organizado por la Sociedad Argentina de Neurología Infantil (SANI). Allí el doctor Roberto Caraballo, especialista en Neurología y Epilepsia y Consultor Honorario del Hospital Garrahan, quien fue coinvestigador, contó que su experiencia “en el uso de cannabidiol en epilepsia es superlativa y sobre todo en síndromes severos como son las encefalopatías epilépticas y del desarrollo, donde muchos de estos pacientes tienen trastornos del espectro autista”.

Sin embargo, él mismo tomó la decisión de no incluir en este trabajo a niños con autismo que asocian epilepsia, ya que en esta última condición el uso de cannabidiol ya tiene mayores evidencias. “Es cierto que hay una relación bidireccional entre autismo y epilepsia, pero elegimos ser más precisos y claros. Quisimos tener una población muy bien definida para evitar dificultades en la interpretación”, detalló. Y concluyó que aunque aún queda mucho campo por investigar, “para nosotros es una satisfacción haber hecho este trabajo, que llevo mucho esfuerzo. Tenemos un desafío muy grande, un camino que profundizar en la investigación y en la experiencia asistencial”. De hecho, ahora los investigadores están trabajando en la publicación de una versión actualizada de esta investigación, con más tiempo de seguimiento de los pacientes, que le daría a los hallazgos de este estudio mayor fortaleza académica.