El árbol de Almendro

CADA TARDE, DON SAMUEL SE SENTABA EN EL MISMO BANCO DEL PARQUE, BAJO EL VIEJO ALMENDRO QUE CONOCÍA TODOS SUS SILENCIOS.
NADIE SABÍA QUE ALLÍ HABLABA CON SU ESPOSA, FALLECIDA HACÍA AÑOS. NO EN VOZ ALTA, SINO EN EL IDIOMA SECRETO QUE SOLO ENTIENDEN LOS QUE HAN AMADO DE VERDAD.

Un día, una niña se le acercó con un helado y le preguntó:
—¿Por qué viene siempre aquí, señor?
Don Samuel sonrió con ternura y respondió:
—Porque aquí el viento todavía me trae su risa.
La niña no entendió del todo, pero desde entonces, cada tarde, dejaba un pétalo sobre el banco antes de irse.
Y así, sin saberlo, también ella comenzó a aprender que el amor verdadero nunca muere: solo cambia de forma y se queda a vivir en los lugares donde fuimos felices.

Por Dania Figueroa (República Dominicana)


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