Norte en Línea - UNIR

El cambio en la Argentina tiene muchos obstáculos y trabas. Luego de tantas décadas de ir estructurando esta Argentina enrevesada y decadente no es sencillo reformarla. Se ha naturalizado la distorsión. Un caso clarísimo es el piqueterismo imperante.

No hay mejor sinonimia de progreso que educación. Correlativamente no existe más semejanza que la que une ignorancia y atraso. Sin embargo, en nuestra Argentina trastrocada los pontífices del ‘chamuyo’ progresista despliegan una retórica tan cínica como desquiciante.

¡Qué encerrona!

Nuestro país está peor que a la deriva. Resignado espiritualmente, abatido moralmente, empobrecido humana y materialmente, sin plan ni rumbo, dividido, sin zanjar cuál es la matriz que tribute a su desarrollo- unos decimos que es con inversiones privadas, otros que se logra con emisión monetaria sin importar la inflación y con ‘mucho Estado’ -posturas tan antitéticas que obstruyen cualquier análisis sereno y racional -, invadidos por la incertidumbre, inmersos en un abrumador pesimismo colectivo Obviemos seguir esta saga sombría. Lo irrefutable que en estos días nos hallamos en una encerrona por no decir en una trampa fenomenal.

El diputado nacional Alberto Asseff- JxC - dijo que “nadie en JxC quiere el default porque nosotros no pertenecemos a los que se enrolan en “cuanto peor, mejor”, pero no aprobaremos junto con la autorización a endeudarse con el FMI un programa económico y fiscal porque esto es exclusiva responsabilidad del gobierno.

La política, como la vida, es circular. Luego de un largo ciclo populista que tanto daño nos ha hecho bajo la noción de que se debe administrar pobreza, antes que crear riqueza, está volviendo a la Argentina las premisas que hicieron grande al país a fines del siglo 19. Timidamente asoma en la sociedad la conciencia de que el trabajo, la industria y la innovación, antes que color político son la verdadera identidad que nos forma como república y nos acerca a atisbar la Argentina moderna y próspera.

Recientemente se debatió en el seno de una reunión internacional organizada por la Asociación Argentina de Ética y Compliance (cumplimiento normativo) el motivo por el cual la ley 27.401 de responsabilidad penal empresaria que ya tiene cuatro años de promulgada no tiene en su órbita ningún caso en trámite.

“Ganamos perdiendo” justificaron – autoindulgentes – los derrotados en las elecciones legislativas del pasado 14 de noviembre. Ingeniosos para el ‘relato’, ineptos para la gestión.

La decadencia lleva medio siglo, si no más. En ese mismo lapso, el sudeste asiático emergió como uno de los polos del poder global, contrastando con nuestra declinación. Es un período suficientemente extenso como para brindar un análisis simplista.

Nadie puede refutar que la hondura inusitada de nuestra crisis moral, cultural, social, política y económica exige un alto grado de unión nacional para afrontarla y comenzar con la faena de revertirla. Generalmente se dice que debemos determinar algunos ejes principales y sobre ellos acordar estrategias de Estado. Por caso, convenir que la educación es servicio esencial y que debemos extender a todo el país las salas de 2 años.

Comenzó tímidamente hace 38 años. No cesa de crecer. Es prácticamente lo único que avanza en la Argentina, quizás junto con la producción agro-industrial, a pesar de todos los obstáculos que se le interponen. Configura algo patético: el progreso de la pobreza. Se trata de la Argentina planera.