Argentina es un país con un tremendo potencial que desarrollar, para crecer, generar trabajo tanto rural como industrial y de alta tecnología. Pero para lograrlo, debemos dejar de lado las ideologías europeas que solo nos trajeron atraso y división como pueblo, el liberalismo como la socialdemocracia no tienden puentes tan solo desunión y confrontación. Ellas se construyen desde una relación de amigos-enemigos.
El reciente debate presidencial nos permite reflexionar sobre la naturaleza de la política, el poder y la percepción misma de los candidatos. A medida que los aspirantes a ocupar el Sillón centralista de Rivadavia se enfrentan al escenario popular, previamente acondicionado, para discutir y defender sus propuestas desde el yo-ego, podemos ver cómo se despliegan diferentes elementos artificiosos que influyen en la forma en que nos relatan y describen la realidad.
Argentina ha sido testigo de transformaciones culturales profundas en las últimas décadas, moldeando su perspectiva sobre la comunidad, la política, la economía y su propia identidad. Estos cambios, impulsados por la globalización, la crisis económica y las influencias de ideologías europeas, tanto liberales como socialdemócratas, así como el avance de las tecnologías digitales, han dejado huellas significativas en la comunidad nacional. Por lo tanto, es necesario interpelar algunos de los aspectos más destacados de estas transformaciones, evaluando sus consecuencias y desafíos para el futuro de nuestra nación.
El trabajo, como organizador de la actividad humana y de la organización de la comunidad, también está condicionado por los parámetros económicos que rigen en cada régimen ideológico inventados por los intelectuales y académicos. Tanto el liberalismo como el posmarxismo (representado por el Socialismo S.XXI y el progresismo) tienden a considerar al trabajador como un simple engranaje de la economía, lo que puede llevar a la alienación y deshumanización de la persona.
En la región surera bonaerense, que comprende los 95 municipios fuera del Área Metropolitana de Buenos Ayres, compuesta por 40 municipios y CABA, se vive una realidad de marcados contrastes que configuran la vida diaria de sus habitantes. Por un lado, nos encontramos con los pintorescos pueblos, que no son cabeceras de municipios, que parecen haber quedado anclados en el tiempo, donde la población está mayoritariamente compuesta por personas de edad avanzada, junto a jóvenes gastados prematuramente debido a las dificultades en la búsqueda de oportunidades que, lamentablemente, no encuentran.
La política y el deporte, dos ámbitos aparentemente desconectados, nos ofrecen valiosas lecciones sobre la importancia de las acciones en equipo, la conducción y la unidad de concepción. Podemos observar cómo se destaca el éxito de los equipos deportivos argentinos, como los Pumas en el mundial de rugby, el club de fútbol Boca Jr. en la Copa Libertadores y la Selección Argentina de fútbol, debido a su enfoque en el juego colectivo. Sin embargo, al observar el colectivo político, se plantea una falta de conducción, de propósitos, de cohesión y de estrategias en la política argentina. El colectivismo, entendido como unidad de un conjunto de individualidades, ha llevado al triunfo al deporte nacional, ahora, ¿por qué no ha logrado lo mismo en la política?
Este domingo 8 de octubre de 2023 se realizó el segundo y último debate presidencial entre los cinco candidatos aspirantes a ocupar el Sillón de Rivadavia. Al igual que en el encuentro anterior, no han logrado satisfacer las expectativas de la mayoría de los votantes ni esclarecer sus estrategias políticas para el conjunto de la patria, que atraviesa una grave crisis económica, social y, principalmente, política. Sin propuestas concretas ni soluciones viables, mostrando una la falta de rumbo y de visión política por parte de esta dirigencia política.
El chacabuquense Marcelo Daletto, de origen kirchnerista de la línea de Emilio Monzó, quien asumió como senador bonaerense integrando las listas de Cambiemos, presentó un proyecto para unificar las dos cámaras de la Legislatura Bonaerense: Diputados y Senadores. El gobernador porteño de la Provincia de Buenos Aires ha declarado que es una iniciativa que va a tratar. Muy oportuna la intervención de Daletto, acaso ¿un guiño para ingresar al kicillocismo?
Escribía Charles Dickens en su novela “Historia de dos ciudades”, publicada en 1859, que “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviamos en el camino opuesto...”
El narcoconsumo es un fenómeno global que afecta a la salud, la seguridad y el desarrollo de nuestras comunidades, generando consecuencias negativas tanto para la persona humana como para su familia, el barrio y el Municipio, puesto que crea dependencia, deterioro de la salud física y mental, enfermedades, violencia, delincuencia, corrupción política y judicial, exclusión social. Y estas problemáticas son diferentes en cada región, por lo tanto, requiere de políticas públicas particulares que, en la Provincia de los Bonaerenses, es de muy difícil desarrollo porque aún mantiene un régimen político centralista.