En todo sándwich el pan es fundamental. Este tiene que ser tierno, de buen sabor y combinar con el relleno. Por ejemplo: jamón crudo con pan de salvado. Además, la combinación del aderezo y los ingredientes también es muy importante. Y hay que tener en cuenta que las salsas no deben ser puestas en abundancia porque mancharse nunca es grato.
En cuanto a lo sensorial, cuando das el primer bocado tiene que explotar el sabor en la boca, por eso la combinación de sabores es esencial. Hay que amalgamar muy bien los ingredientes, poniendo juntos aquellos que se llevan mejor y resaltan los sabores del resto. Un ejemplo que es un éxito es el tibio de pollo y gruyère, que se hace en pan de lino y lleva cebollas caramelizadas para darle humedad a la propuesta. En este caso, sin el detalle de las cebollas quedaría seco, sin gracia. También se puede buscar una alternativa para reemplazarlas en caso de que no sean del gusto del comensal.
El pollo, que es un ingrediente tradicional de los sándwiches, se lleva muy bien con mostaza y tomate. Por su parte, el de salmón ahumado va con el pan de salvado, untado con dip de ciboulette o se lo puede juntar con palta y rúcula.
Cambiando de carne, el pastrami es ideal para hacer un sándwich en baguette, con tomate, lechuga, huevo estrellado y mostaza. Las versiones vegetarianas tienen que estar muy cargadas y con variedad de sabores y colores. Se las puede grillar y poner en baguette. Así, en una pieza de pan es posible incluir: boconccino, tomate confitado y cherry, palta, rúcula y queso crema.
Las opciones son muchas, y todas dan ganas de comerlas.
Por Graciela Süss, fundadora de Süss Cupcake Café ( www.susscupcakecafe.com.ar )