Primero. En el periodismo nadie es inocente. No hay incautos o dormidos.

Ahora sí. Lo que no dicen, de lo que no quieren hablar es de la crisis económica.

Los datos muestran la caída del comercio, el déficit es el mayor en la historia económica del país en lo que va del 2007.

El otro dato es que el sector industrial no repunta y desde el último trimestre del 2015 el sector de manufacturas perdió 62.817 puestos de trabajo.

No es sencillamente un discurso opositor. Es una realidad efectiva. El modelo económico de Cambiemos es una copia de recetas que han llevado al desastre a países como Grecia o España.

Sin embargo todavía no les alcanza. La gestión Macri, alentada por una desvirtuada lectura electoral - se consideran ganadores en elecciones que no son definitivas y lo que es peor donde vulneraron, una vez más, la institucionalidad democrática con la obscena manipulación de votos - apunta a entra en la segunda fase de su plan económico. Si la primera fue de "ordenamiento" la segunda fase es la de cambios terminantemente estructurales.

En la reunión de gabinete que se lleva adelante por estas horas el empresario Presidente le exigirá a su Gabinete avanzar con las reformas: Laboral, previsional, fiscal y de coparticipación federal. No hay medias tintas. Van por todo.

El macrismo, con sus agentes políticos e ideológicos, se ha encargado de socavar la democracia. En su nicho narrativo la exposición moral argumenta que de por si la democracia es imperfecta y genera focos de corrupción, aun más si esa "democracia" tiene las características sociales del "populismo".

El derrotero corroe cabezas y pega en cierto social que compró sin remedio el credo neoliberal del esfuerzo individual.

En el medio la desaparición forzada de Santiago Maldonado hace sonar las alarmas de cara a un futuro inmediato. Sobre todo porque el mapa hay que verlo completo. No es casual que Macri pretenda que las Fuerzas Armadas se involucren en la lucha contra el narcotráfico. Estados Unidos hizo lo mismo hace tiempo y las consecuencias han sido calamitosas para los sectores populares. No obstante día a día las fuerzas de seguridad persiguen a jóvenes por portación de cara en calles y plazas de diversos barrios de capital y el conurbano.

El neoliberalismo demanda el control social del territorio para no tener sobresalto. Los incrédulos aceptaron el marco de manipulación social sobre el discurso imperfecto de la inseguridad.

El país está en crisis. Social, política y económica. Y no es producto de la herencia o del peronismo.

Es producto del gobierno que considera enemigo a su pueblo.

Por: Gustavo Ramírez