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Se conocieron por el pañuelo verde, ahora coserán barbijos y camisolines para el hospital público

Se conocieron por el pañuelo verde, ahora coserán barbijos y camisolines para el hospital público
24 Mar
2020

En San Miguel, zona norte del GBA, un comité de mujeres por el derecho al aborto y contra la violencia machista ahora llevará su solidaridad al hospital público donde se atiende nuestra clase, quien más lo necesita. Las jóvenes que lo integran decidieron no esperar un minuto más y pusieron en pie un comité de solidaridad.

Ante la desesperante situación en la que se encuentran los hospitales públicos, sus enfermeras, médicos y médicas y el resto de sus trabajadores y usuarios, jóvenes de San Miguel en la zona norte del GBA decidieron no esperar un minuto más y pusieron en pie este comité de solidaridad para realizar barbijos y camisolines entre otros elementos. “La preocupación y la bronca no te puede paralizar y si las mujeres de la marea verde defendemos la salud pública, mucho más tiene que ser en estos tiempos de pandemia”, nos dicen.

Ellas son un grupo de jóvenes mujeres, todas trabajadoras precarizadas; algunas estudian y trabajan. Entre ellas hay empleadas de comercio, de casas particulares y de Rappi; amas de casa y monotributistas. Algunas pertenecen a la agrupación Pan y Rosas. A todas las une una misma lucha, la del aborto legal, seguro y gratuito, contra la violencia machista y por la separación de la Iglesia y el Estado. Así nos cuentan que se fueron conociendo y se organizaron en un comité de mujeres.

Pero con la llegada de la pandemia y el recrudecimiento de las medidas que dejan nuevamente a millones fuera de poder elegir y a la deriva, decidieron que como movimiento de mujeres debían aportar su parte.

“Tomamos el ejemplo de las pibas y docentes de la Universidad Nacional de General Sarmiento, quienes formaron junto a sus compañeros un comité para juntar alimentos y llevarlos a las escuelas, y ahora nosotras pusimos en pie nuestro comité de solidaridad”. ¿Qué harán? Van a aportar con algo que saben hacer y que se necesita, coser barbijos, camisolines y otros elementos para entregarlos en el hospital de la zona. “Sabemos que no alcanza, pero sí que es una pequeña muestra de la potencialidad de la solidaridad de clase y de la que podemos dar las mujeres”, comentan.

En San Miguel son más de 270 mil personas, en 18 barrios y 9 asentamientos, y más de 32 mil trabajan en empleos informales, pero cuentan con un solo hospital municipal que tiene solo 10 camas para internación. Allí escasean desde hace tiempo insumos y recursos sanitarios; sus instalaciones son totalmente precarias y el personal está colapsado. En otras localidades cercanas, de la zona de Moreno y José C. Paz, la realidad de sus hospitales también es brutal. Un claro ejemplo es el Larcade, que fue noticia durante el invierno pasado por no contar con calefacción en la sala de internación pediátrica. En este hospital y en el Mariano y Luciano de La Vega de Moreno ya se confirmaron casos de pacientes que contrajeron COVID-19 (coronavirus).

“En todos faltan barbijos, camisolines, antiparras, máscaras faciales completas, mamelucos, entre otros elementos y esto nos llevó a decidir qué sería nuestro aporte. Sabemos que no alcanza, pero sí que es una pequeña muestra de la potencialidad de la solidaridad de clase y de la que podemos dar las mujeres”

Mientras tanto, no hay test masivos de detección temprana. El Estado debería garantizar que la medida de aislamiento se complemente con su provisión. “Podrían realizarse hasta 100 mil por mes” —dicen y continúan— “ello costaría $400 millones, lo que equivale al 0,2 % de lo que el gobierno paga en deuda por mes. En definitiva, estamos perdiendo en la carrera de velocidades para controlar la propagación".

Una realidad mucho más cruda en el conurbano bonaerense que se complementa con el cuadro que sigue: “El gobierno además llena nuestros barrios de policías y gendarmes para reprimir a quien salga a la calle, como están mostrando muchos videos que suben vecinos y amigues a las redes”.

Los medios de comunicación masivos y el gobierno niegan lo innegable: que en Argentina hay millones de personas a quienes no les queda otra que trabajar sin condiciones seguras y exponiéndose a un posible contagio: “Si no trabajamos no comemos o nos despiden”. Mientras quienes no cumplen, los patrones y las patronas, que están haciendo pasar por servicio esencial muchas actividades para seguir lucrando, siguen impunes.

La charla va cerrando: “Nos da mucha bronca e indignación ver cómo a nuestras hermanas, las trabajadoras domésticas, las quieren obligar a hacer cuarentena en las lujosas casas de sus patronas o tienen que dejar a sus hijos e hijas en un momento muy difícil para todes, pero en especial para quienes son mamás o tienen personas mayores en la casa y no pueden estar. Todo por el desprecio que tienen por la salud de les trabajadores la clase poderosa, esos son los verdaderos individualistas”.

Unidad desde abajo
Las mujeres decimos que si hay emergencia, no puede haber lucro ni prioridades individualistas. Tampoco pagos al FMI, ni un solo peso. La prioridad es la salud de toda la población y no de unos pocos ricos. Que la crisis la paguen los y las capitalistas.

Extendamos más comités solidarios, en todo barrio, entre todes les estudiantes y trabajadores. Y donde sí tengamos que trabajar por ser tareas que realmente son necesarias para la población, comités de seguridad e higiene. No dejemos nada en manos de quienes son los mismos y mismas que condenan a las mujeres a los peores trabajos, a la clandestinidad del aborto y a morir en femicidios con denuncias archivadas de una violencia machista que no va a parar en tiempos de pandemia. Hoy más que nunca se precisa de la unidad de los trabajadores y el movimiento de mujeres. Controlemos en comités toda producción y todas las condiciones de trabajo. También que se reconvierta la producción industrial en función de todo lo que se necesita para pelear de verdad contra este virus y responder a las consecuencias económicas que todo esto traerá sobre los bolsillos trabajadores. Sigamos exigiendo tests masivos de detección temprana del COVID-19 y no dejemos de repudiar la presencia cotidiana de las Fuerzas Armadas en nuestros barrios. No lo naturalicemos.

Las jóvenes de este comité de San Miguel se suman a las decenas de ejemplos de solidaridad desde abajo que desde La Izquierda Diario venimos trayéndote.


Por Lorena Rebella

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