En virtud de las reglamentaciones impuestas por el Poder Ejecutivo nacional, en las que se establece la suspensión de la presencialidad de las clases para el área metropolitana, las escuelas cristianas evangélicas de todo el país nucleadas en ADEEA, manifestamos nuestro férreo reclamo para que se restituyan las clases presenciales en el Área Metropolitana de Buenos Aires.
Como ya expresara ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina), en su documento "Postura frente al Inicio de clases presenciales" del mes de febrero pasado, observamos con claridad la difícil situación sanitaria, agravada por el recrudecimiento de casos de contagios y decesos acaecidos en virtud de la segunda ola de expansión de Covid19.
Es por tal razón que acompañamos prácticamente en su totalidad las medidas que impusieron nuevas restricciones y una cuarentena más exigente.
Pero creemos inadmisible el cierre presencial del sistema educativo toda vez que las clases presenciales han demostrado no aumentar la circulación del virus y por lo tanto, ha sido comprobado que con todas las medidas de prevención y protocolos de cuidado, se puede funcionar con la asistencia de la comunidad educativa en los establecimientos escolares.
Solicitamos a las autoridades advertir claramente esta situación, expuesta con claridad incluso entre los más altos funcionarios del gobierno nacional, y no quedar presos de presiones sectoriales que dan la espalda al verdadero interés de la sociedad, basado en una educación pública saludable y desarrollada en las aulas.
Insistimos, "el proceso de enseñanza mediante la socialización es irremplazable", en los niveles inicial, primario y secundario del sistema educativo.
Según datos publicados por el Ministerio de Educación de la Nación, los casos por COVID-19 registrados en las escuelas, representan el 0,12% de los estudiantes matriculados. Es decir que las estadísticas no muestran un índice que avale la decisión tomada por el máximo mandatario.
Las aulas vacías, profundizan la brecha social, en un país con un 60% de pobreza infantil, agigantando así la desigualdad entre los educandos.
La educación presencial para las nuevas generaciones, no sólo es vital en el presente, es la base para construir un futuro prometedor.
