Se ha producido una tragedia en medio de la vorágine cotidiana. Entre los muertos por el Covid-19 – que nos ubican penosamente en el podio mundial -, los contagiados por el virus, también colocándonos entre los países más afectados, las vacunas que no llegan ni producimos, la actividad económica sufriente, la inseguridad alarmante – incluidos los femicidios, otra vez dramáticos protagonistas del día a día -, la desocupación y la pobreza – estructural y circunstancial – en sobresaltante e indignante incremento, la Bicameral de Seguimiento de la Implementación de las Reformas del Código Procesal Penal de la Nación – CPPN -, a la que el Congreso le delegó la decisión de ponerlas en ejecución, ha resuelto con el voto de un puñado de legisladores oficialistas el alargamiento ad eternum de las causas por corrupción. Ahora definitivamente todas quedarán impunes, salvo que una influencia política – obviamente, indebida, por izquierda – les imprima celeridad.